DEHESA DE VALDELLÁN, un paraíso ganadero
Las magníficas instalaciones de la ganadería leonesa sorprenden siempre a quien las visita, en su tentadero es cada vez más frecuente ver a figuras como El
Fundi, López Chaves, Fernando
Cruz, Javier Castaño, Javier Valverde, Morenito o Miguel Abellán
Llegamos a la ganadería de Valdellán y la niebla que nos acompañó desde Valladolid no se había levantado...La mañana estaba gris, tristona, como suelen ser en estas fechas vísperas de San Andrés que marcan la agonía de noviembre.
Desde Salamanca hemos viajado con José Ramón Martín, el torero de Ciudad Rodrigo y actual profesor de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca, que es amigo del ganadero y hombre de su confianza. Nos acompaña Carlos Perelétegui, en labores de fotógrafo y juntos hacemos el viaje hablando de toros hasta que, casi sin darnos cuenta, alcanzamos Sahagún, que es la cabecera de esta comarca leonesa y además una villa monumental que está en plena ruta jacobea.
De Sahagún a Santa María del Río, la localidad más cercana a la Dehesa de Valdellán, se llega en un momento atravesando pueblos construidos en adobe en medio de la campiña. Por aquí el campo es de labor, hasta que poco antes de alcanzar Santa María del Río, a mano izquierda, José Ramón nos indica dónde está la finca, lo que deja ver la niebla.
Al atravesar "SantaMar" no hay gente por la calle, solamente un perro en celo olfatea con la cabeza gacha el rabo de una perra que se deja tontear, mientras que la hilera de humo de las chimeneas es la señal inequívoca de que en el interior de las viviendas hay vida. Un camino bien acondicionado conduce a la finca, donde una portera con el nombre de Valdellán da la bienvenida al viajero, que curiosea todo ese campo en el que pasta la única ganadería de bravo existente en León. Y para la que han señalizado los prados con letreros que ponen: ‘Peligro, ganado bravo’. Enseguida se alcanzan las instalaciones y, nada más bajar del coche, uno admira todo aquel complejo, en el que ya están preparados los caballos para que los vaqueros vayan a ver el ganado.
Uno viene con la sorpresa de ver qué deparará el día. Sobre todo porque le llama la atención que un ganadero nuevo haya invertido tanto en una ganadería de sangre Santa Coloma, alejándose de todas las modas y demandas del mercado.
El ganadero, que se llama Fernando Álvarez Sobrado y es un empresario palentino, aunque vinculado a Madrid, llega rápido y saluda a los forasteros. La impresión inicial es positiva al romper el hielo coloquial en el escenario de la mañana de niebla. Nos invita a pasar a una cálida dependencia la lado de la plaza de tientas decorada con los recuerdos que ha ido logrando en su, todavía, incipiente andadura. También hay un par de cabezas de toros al lado de la chimenea, algunos carteles y en la pared opuesta varias fotografías.
El salón tiene gusto y sabor campero. Como también el resto de dependencias de esta finca que varios siglos atrás, hasta la desamortización de Mendizábal fue un cenobio de los Benedictinos, “lo tenían como lugar de recreo y aquí venían a descansar o pasar los últimos años de su vida”. Un finca con agua y buen pasto
Llegamos a la ganadería de Valdellán y la niebla que nos acompañó desde Valladolid no se había levantado...La mañana estaba gris, tristona, como suelen ser en estas fechas vísperas de San Andrés que marcan la agonía de noviembre.
CARLOS PERELÉTEGUI |
De Sahagún a Santa María del Río, la localidad más cercana a la Dehesa de Valdellán, se llega en un momento atravesando pueblos construidos en adobe en medio de la campiña. Por aquí el campo es de labor, hasta que poco antes de alcanzar Santa María del Río, a mano izquierda, José Ramón nos indica dónde está la finca, lo que deja ver la niebla.
Al atravesar "SantaMar" no hay gente por la calle, solamente un perro en celo olfatea con la cabeza gacha el rabo de una perra que se deja tontear, mientras que la hilera de humo de las chimeneas es la señal inequívoca de que en el interior de las viviendas hay vida. Un camino bien acondicionado conduce a la finca, donde una portera con el nombre de Valdellán da la bienvenida al viajero, que curiosea todo ese campo en el que pasta la única ganadería de bravo existente en León. Y para la que han señalizado los prados con letreros que ponen: ‘Peligro, ganado bravo’. Enseguida se alcanzan las instalaciones y, nada más bajar del coche, uno admira todo aquel complejo, en el que ya están preparados los caballos para que los vaqueros vayan a ver el ganado.
Uno viene con la sorpresa de ver qué deparará el día. Sobre todo porque le llama la atención que un ganadero nuevo haya invertido tanto en una ganadería de sangre Santa Coloma, alejándose de todas las modas y demandas del mercado.
El ganadero, que se llama Fernando Álvarez Sobrado y es un empresario palentino, aunque vinculado a Madrid, llega rápido y saluda a los forasteros. La impresión inicial es positiva al romper el hielo coloquial en el escenario de la mañana de niebla. Nos invita a pasar a una cálida dependencia la lado de la plaza de tientas decorada con los recuerdos que ha ido logrando en su, todavía, incipiente andadura. También hay un par de cabezas de toros al lado de la chimenea, algunos carteles y en la pared opuesta varias fotografías.
El salón tiene gusto y sabor campero. Como también el resto de dependencias de esta finca que varios siglos atrás, hasta la desamortización de Mendizábal fue un cenobio de los Benedictinos, “lo tenían como lugar de recreo y aquí venían a descansar o pasar los últimos años de su vida”. Un finca con agua y buen pasto
Poco después y ya en amena tertulia, comenzamos el reportaje y Fernando Álvarez Sobrado explica su ilusión: “Siempre fui aficionado y disfrutaba mucho con el encaste de Santa Coloma. Me encantaba la movilidad y reacciones de este ganado. Por eso, cuando tuve claro dar el paso supe que sería de Santa Coloma. Primero compramos la finca, que de todas las que vimos fue la que más me gustó. En ella abunda el agua, tiene buen pasto y un clima benigno, muy mesetario. Aquí hubo que trabajar mucho par acondicionarla, sobre todo roturar los prados, con muchos rebollos y dejar los robles, que es el árbol dominante de la finca, limpios. El roble de aquí es intermedio entre el común y la encina, aguanta las hojas mucho tiempo hasta que caen”.
Con la finca preparada llega el momento de dar luz verde a la ilusión. Comenzaba el nuevo siglo y se asentaba un proyecto, “me encantaba Santa Coloma y era un seguidor de ese encaste, así que dimos los pasos y compramos sesenta vacas a Pilar Población y ochenta a los Herederos de Ignacio Pérez Tabernero, con dos sementales de Hoyo de la Gitana. Esa es la base de la ganadería y con la que echamos a andar, hasta que, con el tiempo y la selección que llevamos ya pudimos ir sacando lo nuestro”.
El trabajo empieza a rendir y llegan los primeros festejos, “la primera novillada picada que lidiamos fue en Vic Fesensaz en 2006. Dos años después lidiamos una corrida, que fue en La Granja (Segovia), el día de San Luis, para mantenernos desde entonces en la cifra de dos o tres festejos, base de nuestra ganadería y en la que tenemos un control absoluto de todo. En esta época ha habido momentos inolvidables, como el indulto del toro ‘Paquino’, que ocurrió el año pasado en Sahagún y lo toreó Sánchez Vara, junto a otras reses premiadas con la vuelta u ovacionadas en el arrastre”.
Ahora, Valdellán ha logrado un reconocimiento y todo el mundo la mira como el lugar en el que se han sembrado una semilla para la recuperación del encaste de Santa Coloma, en la misma época que todo el mundo se dedicaba a darle la espalda a esa histórica sangre de la cabaña brava. Y la prueba es que a sus tentaderos cada vez tienen más gente que llama a sus puertas, “aquí tienta mucho la Escuela de Tauromaquia de Salamanca, pero es frecuente ver al Fundi, a López Chaves (que ha toreado varios sementales), a Fernando Cruz, a Javier Castaño, a Javier Valverde, a Morenito, a Miguel Abellán… Los tentaderos son muy importantes, en ellos le exigimos mucho al ganado, por la selección es fundamental para el éxito de la una ganadería”, señala.
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